En cualquier trastorno del neurodesarrollo la detección precoz es fundamental. En los primeros años del niño el cerebro es mucho más plástico, esto quiere decir que tiene capacidad para reorganizarse tras un desajuste, permitiendo así compensar el déficit cerebral. En los Trastornos del Espectro Autista (TEA), detectar los signos de alerta a tiempo es esencial para el desarrollo del niño ya que así podrá beneficiarse lo antes posible de recursos sociosanitarios e iniciar un tratamiento multidisciplinar lo antes posible. El diagnóstico abre puertas y mejora la calidad de vida del niño y la familia con Trastornos del Espectro Autista.
Tenemos que estar atentos al desarrollo de los niños. Ningún niño es igual a otro, no todos adquieren las habilidades al mismo tiempo, pero si vemos un desarrollo anormal debemos alertarnos y actuar lo antes posible. Muchos padres se sienten confundidos y tiene dificultades para entender qué ocurre cuando su hijo no se desarrolla saludablemente y presenta conductas autistas. La confusión de los padres es normal porque algunas señales de alarma son difíciles de comprender y detectar, sobre todo cuando no son profesionales con conocimientos sobre el autismo.
Para ver los signos de alerta debemos de tener en cuenta diversos aspectos:
– Un signo de alerta aislado no tiene por qué implicar patología y puede ser transitorio
– Un signo de alerta es la ausencia de los logros madurativos según la edad del niño o la presencia de señales que deberían haber desaparecido.
– Dos o más signos de alerta en una valoración del desarrollo, o la presencia de un signo de alerta en dos valoraciones neurológicas sucesivas debe ser considerado como una disfunción del desarrollo.
– Si un niño de 12 meses se le hace una exploración de 6 meses no quiere decir que tenga una edad madurativa de 6 meses, sino que tiene un retraso de un 50%.
– Las valoraciones neurológicas se deben completar con un estudio psicológico para determinar el coeficiente de desarrollo del niño.
El Trastorno del Espectro Autista es un trastorno del neurodesarrollo que aparece antes de los 3 años de edad y se caracteriza por un déficit en la interacción social, en la comunicación verbal y no verbal, en la creatividad, con conductas repetitivas e intereses restringidos. Los signos de alarma se pueden dividir en tres periodos:
– Normalización aparente: este periodo abarca desde recién nacidos hasta los 9 meses de vida. En esta etapa los síntomas no suele ser motivo de consulta ya que el desarrollo del niño parece ser normal, pero a pesar de no alertar a los padres los vídeos familiares de esta etapa suelen evidenciar estereotipias en algunos pacientes.
– Periodo de dudas: abarca de los 9 a los 18 meses de edad, en este periodo el protagonismo de la madre se ve alterado con la ausencia de comunicación intencionada por parte del niño, alertando a los padres.
– Periodo de sospecha: comprende de los 18 a los 24 meses en el que los signos de alerta van agrupándose y aparecen dificultades en la interacción social, en la comunicación y en la conducta. En este periodo se hace más evidente la preocupación por parte de los padres y se han de tener en cuenta el riesgo de desarrollar un Trastorno del Espectro Autista.
Las señales de alarma que expondremos a continuación ayuda a las familias y a profesionales que están cerca del niño como educadores, profesores, etcétera a estar atentos para derivar a los especialistas cuando se encuentren ante una sospecha de un niño con dificultades en el desarrollo, pero no podemos olvidar que sólo los profesionales con experiencia en los Trastornos del neurodesarrollo, y específicamente en los Trastornos del Espectro Autista pueden diagnosticar si alguien tiene o no Autismo.
Signos de alarma de Trastornos del Espectro Autista:
- Ausencia de sonrisa social
- Ausencia de contacto visual
- Muestra una sensibilidad anómala a luces, sonidos, texturas.
- Fijación por estímulos luminosos
- Dificultades en el sueño
- Coge objetos sin mirarlos
- Fascinación por sus pies y manos
- No balbucea
- Balbucea o habla con tono de voz peculiar
- Llanto sin motivo
- No muestra interés por sus padres
- No echa los brazos para que lo cojan
- No llora ante la presencia de extraños
- Movimientos extraños con el cuerpo o las manos (estereotipias)
- No señala para pedir ni para compartir
- No muestran objetos ni comparte con los demás (atención conjunta)
- No responde al nombre
- No le interesan los juguetes que se le ofrecen
- No se relaciona con los niños de su edad
- No llama la atención de los otros
- Tiene reacciones emocionales inapropiadas
- No hay reciprocidad emocional
- No comparten alegrías
- No dice sus primeras palabras de los 12 a los 24 meses
- No aparece lenguaje comprensivo ni expresivo
- No aparece juego simbólico
- Apego excesivo a algún objeto
- No tiene interés por explorar objetos y parece poco activo
- Conductas inflexibles
- Rituales
- Rabietas frecuentes
- Es difícil de calmar
- No le gusta que lo abracen
- No usa gestos ni lenguaje no verbal
- Uso peculiar de juguetes (gira, alinea)
Ante estos signos de alarma recuerden la importancia de la detección precoz y de la intervención multidisciplicar lo antes posible. El tiempo es oro a edades tempranas y ante cualquier sospecha debemos alertarnos y acudir a profesionales especializados en los trastornos del neurodesarrollo.