Aquellos niños que juegan con un número limitado de juguetes muestran un mayor desarrollo de sus habilidades de comunicación siguiendo un tratamiento guiado por sus padres, frente a aquellos que reciben otros tratamientos de tipo comunitario.
Este artículo es el primero que examina ese tipo de tratamiento para el autismo – denominado ‘Hanen’s More Than Words’ – para niños menores de 2 años de edad que muestran una sintomatología temprana del Trastorno del Espectro Autista (TEA). Detectados de forma precoz y tratados mediante una correcta terapia conductual, los signos del autismo pueden mejorar drásticamente.
Dicha investigación de la que vamos a hablar, apareció digitalmente el 22 de Marzo en la ‘Journal of Child Psychology and Psychiatry’ (‘Revista de la psicología y psiquiatría infantil’). ‘Este informe añade a nuestro reciente conocimiento qué intervenciones funcionan para cada niño. Nos ayudará a asignar a cada niño la intervención correcta de forma que no pierdan tiempo en tratamientos que no son los adecuados para ellos’, dice una de las coautoras Wendy Stone, directora del Centro de Autismo de la Universidad de Washington (Seattle).
Stone comenta que los padres habitualmente detectan los síntomas de autismo en sus hijos cuando éstos alcanzan los 17 o 18 meses. A esta edad los principales signos que nos podemos encontrar son un menor uso de gestos y expresiones faciales en su comunicación, y una menor propensión a iniciar intercambios sociales, por ejemplo señalar algo que les interese, en comparación con otros niños de su misma edad. Uno de cada 110 niños está incluido dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA), que incluye el Trastorno Autista (TA), el Síndrome de Asperger (SA), y otros importantes retrasos en el desarrollo no especificados. Los niños varones suelen ser los más afectados, con una proporción de 1 de cada 70, con respecto a las niñas.
Pocas intervenciones de este tipo se han centrado en niños con autismo, de entre 1 y 3 años, y aquellas que se realizan pueden ser intensivas en cuanto a tiempo se refiere y costosas. Stone y sus colaboradores querían estudiar la efectividad de una intervención a corto plazo y de coste relativamente bajo para aquellos niños que mostraran síntomas alarmantes. ‘Nuestra última meta es poder detectar la sintomatología de forma temprana y encontrar intervenciones preventivas que sean eficaces para que estos niños puedan alcanzar su máximo potencial’, dice Stone.
Sesenta y dos niños menores de 2 años (51 niños y 11 niñas) que cumplían los criterios de los Trastornos del Espectro Autista (TEA), participaron en el estudio junto con sus padres. Los investigadores midieron la línea base de las habilidades iniciales de los niños en el ámbito social y comunicativo, durante una fase que denominamos pre-test en la que los padres y sus hijos jugaban con diferentes juguetes y leían libros mientras los investigadores observaban. Posteriormente se asignaba a los niños de forma aleatoria: o bien al programa ‘Hanen’s More Than Words’, o bien a las condiciones del tratamiento en el grupo control. La intención del primero de ellos es la de estimular la comunicación madura, el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales. Los padres del grupo de tratamiento control, en cambio, aprendieron estrategias para ayudar a sus hijos a comunicarse, mediante la práctica de los turnos comunicativos, la búsqueda del contacto visual y la creación, mediante el modelado, de frases sencillas desde la perspectiva del niño. Por ejemplo, cuando el niño señalaba a las galletas, el padre no debía simplemente alcanzarle la comida, sino que debía agacharse hasta situarse a la altura de los ojos del niño y decir, dirigiéndose a él: «Quiero galletas».
‘Ya a la edad de 2 años la mayor parte de los niños han aprendido a interactuar y a comunicarse con otros’, señala Stone. Los niños que presentan síntomas tempranos del Trastorno del Espectro Autista (TEA) no parecen aprender las interacciones sociales básicas sin la enseñanza previa, señaló más adelante.
Para sorpresa de los investigadores, la intervención en una u otra intervención no fue lo que marcó la diferencia en las habilidades comunicativas de los niños cuando se comparó el grupo de 32 niños tratados en el programa con el grupo de 30 niños que estaban en el grupo de control. Pero lo que sí encontraron fue que la investigación ayudó a crear una nueva categorización de los niños: aquellos que jugaban con un menor número de juguetes, durante la fase pre-test, mostraron una mejora significativa siempre y cuando recibieran el tratamiento del programa ‘Hanen’s More Than Words’. Mostraban mayores intentos de realizar contacto visual, señalar o alcanzar objetos de su interés así como de mostrarle o darle un juguete al examinador. El efecto duró al menos unos 4 meses después de que terminara la intervención.
Para Stone, los momentos de juego son imprescindibles y lógicos para ayudar al niño en el desarrollo de sus habilidades comunicativas. ‘Jugar con juguetes nos proporciona grandes oportunidades de enseñar habilidades sociales y comunicativas’, dice la directora. ‘Hace que los niños y sus cuidadores compartan momentos de atención conjunta’.
Las organización de apoyo ‘Autism Speaks’ y el Instituto Marion de Investigación sobre Autismo financiaron esta investigación. Las coautoras son Alice Carter, catedrática de psicología en la Universidad de Massachusetts en Boston; Paul Yoder, catedrático de educación especial en la Universidad de Vanderbilt; Daniel Messinger, catedrático asociado de psicología en la Universidad de Miami; Seniz Celimli, investigador del doctorado en la Universidad de Miami; y Allison Nahmias, un estudiante graduado en psicología en la Universidad de Pennsylvania.
Autora: Molly McElroy
Fuente: Centro de Autismo de la Universidad de Washington (Seattle)
Traducido por: Silvia I. Quirós Alvear
Estudio publicado en Journal of Child Psychology and Psychiatry: A randomized controlled trial of Hanen’s ‘More Than Words’ in toddlers with early autism symptoms