Según la Real Academia Española (RAE) la inteligencia es la capacidad para entender o comprender; para resolver problemas; conocimiento, comprensión, acto de entender; sentido en que se puede tomar una proposición, un dicho o una expresión; habilidad, destreza y experiencia.
Los grados de gravedad del autismo, están en plena discusión. El nuevo DSM-V aporta los niveles de gravedad del Trastorno del Espectro Autista, estos se suelen definir según la necesidad de ayuda que necesitan en 3 grados: Grado 3 (necesita ayuda muy notablemente) Grado 2 (necesita ayuda notable) Grado 1 (necesita ayuda). Estos niveles de gravedad están definidos según el grado de comunicación social y los comportamientos restringidos y repetitivos. En el diagnóstico según el DSM-V se debe especificar también si el Trastorno del Espectro del Autismo va acompañado o no de déficit intelectual; si tiene un deterioro en el lenguaje según el grado de funcionamiento verbal; si está asociado a una afección médica o genética, o a un factor ambiental conocido; si está asociado a otros trastornos del desarrollo neurológico, mental o del comportamiento; y si existe catatonia asociada.
Debemos tener en cuenta que la severidad no está asociada directamente a un déficit intelectual. Antes se pensaba que el 70 u 80 por ciento de las personas con autismo tenían una discapacidad intelectual asociada, pero hoy en día sabemos que esto es falso. Estimamos que sólo entre un 20 o 25 por ciento de las personas con Trastorno del Espectro Autista pueden tener una discapacidad intelectual asociada. Este cambio se debe a la forma de entender la inteligencia y a las estrategias de intervención y enseñanza que se emplean con las personas con autismo.
El mito de la relación autismo y discapacidad intelectual está cambiando gracias a las nuevas formas de enseñar y a que hoy en día tenemos en cuenta que todos somos diferentes y que cada uno tenemos un tipo de inteligencia. Es lo que hoy conocemos como inteligencias múltiples.
La teoría de las inteligencias múltiples fue propuesta por Howard Gardner en 1983, Gardner no ve la inteligencia como algo unitario, sino que agrupa diferentes capacidades específicas, como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas y semi-independientes. Gardner define la inteligencia como una habilidad. Hasta hace poco la inteligencia se consideraba como algo innato, se nacía inteligente o no, y nada podía cambiar esto. Hoy en día sabemos que la inteligencia tiene una parte innata (genética) y otra parte adquirida, por lo que la educación tiene una gran responsabilidad en esta parte adquirida.
Gardner reconoce 9 modos diferentes de conocer el mundo, y no descarta que pueda haber más. Según este modelo todos somos capaces de conocer el mundo a través del lenguaje, del análisis lógico-matemático, de la representación espacial, del pensamiento musical, del uso del cuerpo para resolver problemas o hacer cosas, de una compresión de los demás individuos, una comprensión de nosotros mismos, de un análisis de los elementos del entorno natural y situarse a sí mismo con respecto al cosmos y autosugestionarse (siendo esta la no tan aclarada novena inteligencia existencial, espiritual y filosófica). Tomadas estas inteligencias, las personas nos diferenciamos en la intensidad de ellas, en las formas en que recurre a esas mismas y se les combina para llevar a cabo diferentes labores, para solucionar diversos problemas y progresar en distintos ámbitos. Hasta hace poco, la manera de enseñar en los colegios se centraba en sólo dos inteligencias, lingüístico-verbal y lógico-matemática. Gracias a este modelo de inteligencias múltiples en muchos sistemas educativos se están teniendo en cuenta la manera de aprender de cada uno de los alumnos y están usando métodos de enseñanza individualizados. No basta con una medida uniforme y universal para poner a prueba el aprendizaje de los alumnos porque cada uno de ellos tiene una forma de aprender.
Lo que pretendemos motivar es un cambio en el modelo de pensamiento, para dejar de suspender a las personas que debido a su diversidad son tratadas de forma inadecuada y se pone en duda su capacidad para aprender. Debemos mejorar la capacidad de enseñar para que mejore la capacidad de aprender de estas personas con capacidades diferentes, y adaptarnos a su tipo de inteligencia.
Antes se medía la capacidad intelectual de las personas con autismo por su capacidad de comunicación y expresión verbal, que es precisamente una de las áreas afectadas en el autismo, por lo que los porcentajes de discapacidad intelectual eran enormes.
Actualmente, gracias al modelo de inteligencias múltiples, la visión de la inteligencia de personas con Trastorno del Espectro Autista está cambiando, ya que se están adaptando al modelo de inteligencia de cada niño, y están enseñando los mismos conceptos pero de forma diferente.
Si como dice Immanuel Kant midiéramos la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar, las personas con autismo serían tremendamente inteligentes ya que en su día a día deben manejar un gran número de situaciones incomprensibles para ellas y hacer frente a las múltiples barreras que han de saltar para adaptarse a nuestra sociedad.
Debemos expandir las visiones, tener en cuenta los diferentes modelos de inteligencia y de enseñanza para así ver el potencial real y la capacidad intelectual de las personas con Trastorno del Espectro Autista. No nos dejemos llevar por la definición de inteligencia de las RAE, tengamos más en cuenta el modelo de inteligencia múltiple de Gardner y demos más oportunidades de aprender a estas personas.