El síndrome de Asperger (S.A.) está reconocido por la OMS como un trastorno generalizado del desarrollo TGD de carácter crónico y severo que implica la alteración cualitativa del desarrollo social y comunicativo e intereses restringidos y estereotipados producto de la rigidez mental y comportamental.
No lleva asociado retraso mental o retraso grave del lenguaje.
Está encuadrado dentro de los trastornos del espectro autista T.E.A..
Las dificultades en el lenguaje que observamos en el S.A. son de regulación social. El problema es que les cuesta trabajo adaptar el lenguaje al contexto social. Como resultado, le pueden hablar de la misma manera a un compañero de clase, que a un profesor o a sus padres.
El lenguaje metafórico es algo que también les cuesta entender, los dobles sentidos, ironías, frases hechas, refranes, etc. Escapan de su comprensión.
En cuanto a la comunicación tienen dificultades en las habilidades conversacionales.
Les cuesta trabajo iniciar una conversación, mantenerlas y terminarlas de manera adecuada.
Nuestro mundo de relaciones sociales esta ordenado por normas. La mayoría de las normas las aprendemos por ensayo y error. En caso de duda nos damos cuenta porque utilizamos nuestra capacidad de imaginar cómo puede sentir, pensar u opinar la otra persona de esta manera somos capaces de ir regulando nuestro comportamiento con otras personas y grupos.
Las personas con S.A. tienen importantes dificultades en este aspecto porque tienen un pensamiento literal y rígido referido a los hechos concretos.
Estas circunstancias hacen que se muevan en un mundo social donde las normas y reglas son desconocidas. Normalmente las terminan aprendiendo y empleando de manera mecánica. Por lo que se sienten vulnerables e inseguros.
Es falsa la creencia de que las personas con S.A. rechazan el contacto y relaciones con otras personas. Igual que todas las personas tienen la necesidad de relacionarse y pertenecer a un grupo de iguales pero carecen habilidades para ello.
¿Que observan los profesores de educación infantil?
En el recreo juega solo, corre o deambula por el patio. No suele buscar otros niños para jugar, pasa el tiempo con actividades inusuales como buscar insectos o recoger objetos del suelo.
No suele permanecer atento en clase, se levanta de su silla e incluso hay que llamarlo por su nombre varias veces.
No pide ayuda si le falta material, necesita a un adulto al lado para concluir su tarea.
Los cambios de rutina son un problema que fácilmente acaba en rabieta o llanto.
Sacado unas conclusiones observamos que hay dificultades de planificación y organización y también en las atenciones es muy inconsistente.
¿Qué podemos hacer?
- Estructurar tareas: En todos los aspectos con pasos simples y sencillos. En casa y en el colegio con horarios y apoyos visuales los cuales entenderá muy bien.
- Uso de agenda: de comunicación, y para apuntar, deberes, fechas de trabajo, materiales para traer. Reducir a estructura simple y concreta.
- Anticipar actividades
- Apoyo escolar ¿cómo?: sentados lo más cerca posible de la pizarra. Reforzamiento en las áreas de comprensión lectora y organización de trabajos en el colegio. Y elaboración de mensajes y expresión espontanea. Utilizar frases cortas y sencillas, darle órdenes breves y claras.
Cuando utilicemos ironías y dobles sentidos asegurarnos que las ha entendido claramente.
Mucha coordinación padres – profesores.
“No solo soy un Asperger, también soy un niño, un adolescente o un adulto que comparte muchas cosas igual que los que llaman normales, me gusta jugar y divertirme, quiero a mis padres y a las personas cercanas, me siento satisfecho cuando hago las cosas bien.
Es más lo que compartimos que lo que nos separa.”