Hace tiempo que se escucha que algunas dietas libres de gluten y caseína, conocidas también como GFCF (Gluten Free Casein Free), mejoran a los niños con Autismo y con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), pero ¿mejoran reamente esta dieta a los niños?
Es cierto que hoy en día los alimentos que tomamos contienen sustancias, aditivos, conservantes, colorantes, hormonas, levaduras artificiales, para mejorar el sabor, la textura, la conservación, etcétera. Estos figuran en los envases con letra pequeña y provocan efectos nocivos, intolerancias, alergias y efectos que aún desconocemos. Alimentos que no tienen nada que ver con los que se tomaban antes y que llegan hasta nuestras manos.
Existe una moda cada vez más extendida desde Estados Unidos a nuestro país que propaga que un tratamiento para los niños con Autismo es la alimentación libre sin gluten y sin caseína. Se basan en que la excesiva ingesta de alimentos que contienen aditivos, trigo (gluten), azúcar blanca y lácteos (caseína) inflaman las paredes intestinales y podrían hacer que aparezca el “Síndrome de intestino permeable o de intestino poroso”, provocando Alteraciones en el Sistema Nervioso Central. Muchos profesionales que llevan adelante este tipo de dieta aseguran que puede hacer revertir muchos síntomas y mejoran la calidad de vida de niños con Autismo, algunos e incluso llegan a hablar de cura, pero ¿en qué datos se basan para afirmar esto?
Desde hace años, diferentes especialistas empezaron a relacionar diversos factores alimenticios con manifestaciones de Trastornos del Espectro Autista y Trastorno por Déficit de Atencional e Hiperactividad (TDAH). Descubrieron que muchos niños y adultos con estos Trastornos tienen síntomas gastrointestinales como distensión abdominal, diarreas, gastritis, meteorismo, etcétera; y comenzaron a enlazar los Trastornos de Conducta y desarrollo con la ingesta excesiva de alimentos con sustancias mencionadas anteriormente, que inflaman las paredes intestinales y favorecen infecciones por parásitos, bacterias, y hongos. Estos investigadores sostienen que los niños con Trastornos del Espectro Autista y TDAH son más propensos a tener una respuesta inmune anormal a la leche, el trigo, la soja,…que los niños con desarrollo normalizado.
Según esta teoría, estos niños y adultos con TEA y TDAH contienen un gran número de péptidos de estas sustancias en la orina, y no pueden digerir el gluten y la caseína presente en harinas refinadas y productos lácteos que forman sustancias que actúan como opiáceos en sus cuerpos. Sostienen que estos péptidos modifican la conducta, las percepciones y las respuestas al entorno.
Estos investigadores, afirman que el autismo sería un trastorno metabólico donde interaccionan factores genéticos, ambientales, infecciosas y dietéticos; señalan que una gran cantidad de péptidos opioides (proteínas que afectan al trabajo de las neuronas) y la permeabilidad intestinal resultante de anomalías ambientales y genéticas pueden ser los responsables del autismo. Reafirman que el autismo puede desarrollarse a partir de un trastorno metabólico, ya que se han encontrado gran cantidad de péptidos de proteínas de leche y trigo en la orina de estos pacientes. Aseguran que el autismo y otros trastornos podrían relacionarse con la incapacidad del organismo para descomponer apropiadamente una proteína que se encuentra en la leche, produciendo exorfinas que ingresan en la sangre y van directo a las áreas del cerebro involucradas en estos trastornos. Pero, ¿en qué datos científicos se basaban?
Para los investigadores que desarrollan y mantienen esta teoría algunos cereales de trigo, la leche, el centeno y la cebada, tienen proteínas que no son digeridas completamente y que presentan propiedades opiáceas que no logran ser eliminadas completamente y que llegan a zonas del cerebro relacionadas con el lenguaje, la comunicación, las relaciones, sociales, la modulación de sensaciones, etcétera.
Para estos especialistas, la clave sería evitar las toxinas que dañan el Sistema Nervioso Central, y como consecuencia mejoraría el comportamiento y el aprendizaje de niños con Autismo Y TDAH. Mejorarían los niveles de atención, las relaciones sociales, la irritabilidad, los trastornos del sueño, el lenguaje y los trastornos alimentarios y digestivos.
Desde que se desarrolló esta teoría comenzaron a implantar dietas que prohíben el gluten, los productos lácteos, y los aditivos. Estos especialistas aseguran que provocan una gran mejoría a corto y largo plazo de los síntomas de autismo, e incluso en algunos casos se habría dado una reversión total de los síntomas de autismo.
Los defensores de esta teoría ratifican que tienen un amplio historial de mejorías documentadas, y culpan a las industrias alimenticias de la falta de apertura y actualización por parte de los médicos, que interfieren para que la sociedad pueda tomar conciencia sobre la gran cantidad de dolencias que provienen de una alimentación errónea.
Sin embargo, cuando estos tratamientos empezaron a fomentarse, otros muchos investigadores argumentaron que los estudios realizados no tienen fundamento científico para este tratamiento dietético, y que las personas que realizan estas dietas corren el riesgo de retroceder su desarrollo físico y psíquico debido a una alimentación deficitaria.
Es necesario seguir investigando antes de cambiar la dieta de los niños, deben consultar a los especialistas porque se le está privando a los niños de alimentos necesarios para el crecimiento y desarrollo del niño, además pueden crear falsas expectativas en las familias. Los ensayos llevados a cabo son insuficientes y carecen de rigor científico y exigen estudios de la modalidad “doble ciego”, en el que ni el participante ni el personal médico saben si está recibiendo el tratamiento experimental o placebo, para que así el estudio genere resultados objetivos, y para que las expectativas de los médicos y de las familias no afecten al resultado
Debemos tener claro que hoy en día no existe ningún tratamiento científico que cure el autismo, así que es muy importante no crear falsas esperanzas en las familias. Debemos ser precavidos con las dietas sin gluten ni caseína porque no hay investigaciones científicas suficientes que estudien la relación entre el autismo y la intolerancia de alimentos. Además, si seguimos este tipo de tratamiento, corremos el riesgo de provocar un retroceso en el desarrollo físico y psíquico de los niños ya que le privamos de alimentos indispensables para un desarrollo saludable.
Es común que los niños con Trastorno del Espectro Autista tengan problemas gastrointestinales, pero las dietas sin gluten ni caseína son habituales en niños con autismo que no son celiacos, a pesar del coste y de la duda de su eficacia que se demuestran en estudios bien controlados y de doble ciego.
Los Trastornos del Espectro Autista y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad tienen muchos interrogantes a los que la ciencia no puede dar respuesta por ahora. Frente a estos paradigmas debemos dar a las familias fuentes fiables para agudizar su reflexión.
Las guías de buenas prácticas indican que no existe evidencia suficiente para corroborar los beneficios de las dietas sin gluten ni caseína, y subrayan la necesidad de realizar estudios metodológicamente correctos.
Hoy en día estas dietas están solamente indicadas cuando existen trastornos digestivos o metabólicos que las justifiquen. Hay niños que podrían beneficiarse de estas dietas, pero son los menos; desgraciadamente no existe la posibilidad de determinar cuáles se pueden beneficiar y cuáles no. Por lo que insistimos en que no experimenten con vuestros hijos. El autismo no es indicación de dieta y hay que asegurar que todos los niños con Trastorno del Espectro Autista tengan una dieta saludable.