Hoy es un día especial, hoy empieza mi proceso para ir a la peluquería, tengo tres años y la verdad esto es algo que más que asustarme, me aterra, quiero confesarles que tengo terror, ir a la peluquería!!!!!, luces, tijeras, espejos, sonidos raros, gente extraña que me toca el cabello y encima me echa agua en la cabeza………………..y eso que no me toca bañarme, además uno se baña en la ducha y no en una silla en frente de un espejo, con todo esto, está claro que voy a llorar y gritar y menearme hasta que haga imposible el que me corten el cabello, es por ello que mis padres siguieron un proceso para llegar a que a mí, me guste ir a cortarme el cabello y se los quiero contar para que muchos papás y amigos no pasen malos momentos como los pase yo en un principio antes de que mis padres hagas este proceso de adaptación para cortarme el cabello en una peluquería, la peluquería de mi amigo Paco, El peluquero.
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A nadie le gusta ir al dentista, no es nada agradable, y para los niños con Trastorno del Espectro Autista puede convertirse en un desafío. Muchos niños con autismo tienen grandes dificultades para dejarse explorar los dientes, permitir que les manipulen los labios o dejarse introducir aparatos en la boca. La resistencia a cepillarse los dientes, la medicación o la ingesta compulsiva de dulces facilita la aparición de caries. Además muchos de estos niños presentan bruxismo (rechinan los dientes), exploran los objetos a través de la boca, y tiene conducta de pica (se llevan a la boca sustancias no comestibles). Todo ello hace que los niños con Trastorno del Espectro Autista presenten más vulnerabilidad de tener problemas en los dientes y en las encías. Es importante tener en cuenta el carácter del paciente y la predisposición de ir al dentista; además las dificultades en la interacción social, la comunicación, conducta e hipersensibilidad hacen mucho más complicadas las visitas al dentista. Muchos niños con autismo no entienden lo que les están haciendo, tienen conductas diferentes al resto. Además debemos tener en cuenta otros factores como la edad del niño; si tiene lenguaje o no; la comprensión de instrucciones; el umbral del dolor; la sensibilidad al tacto, olores, temperaturas y sonidos; el rechazo al contacto físico, etc.