Noemí Martínez dice: “En las sesiones de arteterapia se procura llegar hasta el fondo de lo que ocurre, que las personas lleguen a conocerse y comprenderse. El arteterapeuta nunca deben interpretar las obras de las personas, sino que deben ayudarle a que lo hagan ellas mismas.”
La educación cumple objetivos como acompañar al sujeto a adquirir conocimiento, a ser críticos, a saber cuáles son sus limitaciones y capacidades, saber desempeñar una responsabilidad en la sociedad… Estas características se asemejan al proceso creativo que un niño o niña puede tener en la elaboración de una obra gráfica.
El desarrollo de la creatividad desde muy pequeños, favorece la generación de recursos para responder de forma imaginativa a los conflictos, la confianza en sí mismos, y la motivación. Este desarrollo creativo puede ir acompañado por una figura adulta (arteterapeuta) que proporciona al niño o niña un apoyo comprensivo a lo que está manifiestando. El arteterapeuta estará atento al lenguaje no verbal, a la relación que se va teniendo con los materiales, con las personas, con el tiempo, a la comunicación lúdica… Todo esto son elementos de reflexión que llevan al adulto (arteterapeuta) a ver una forma de aprendizaje que implica pensar sobre las ideas y pensamientos del otro.